Nunca me había dado una pájara y creía que eso solo les pasaba a los profesionales expuestos a desgastes sobrehumanos pero hoy me toco a mi

Me acuerdo de Miguel Indurain subiendo Les Arcs en el año 96 a por su sexto Tour de Francia

Todos estábamos pegados al televisor viendo a aquel superhombre! Que de repente pinchó!

Que le pasaba? Nadie entendía que sucedía allí!!

Por supuesto nadie de los televidentes porque los profesionales de la bicicleta que participan en la narración de la etapa sí que  lo sabían

La pájara

Desfallecido, deshidratado, el pentacampeón del Tour se olvidó de la carrera e inició una lenta peregrinación hacia la meta mientras por delante sus rivales apretaban los dientes convencidos de que acababa de abrirse la maniobra sucesoria.

Eso, ni más ni menos, es una pájara

Se trata de una situación en la que el rendimiento físico cae en picado a causa del agotamiento de las reservas de glucógeno del hígado y los músculos. Se da en deportes de resistencia y el atletismo de fondo es un ejemplo.

Desde aquel día famoso por la pájara de Indurain absolutamente todos los que vivimos desde casa el desfallecimiento de nuestro gran ganador tomamos conciencia de lo que era una pájara, pero una conciencia teórica!

La famosa pájara de Indurain

Aquello paso en el año 96 cuando yo tenía 20 años y hasta el día de hoy con 41 no la había experimentado físicamente en mi propio cuerpo.

…Y así fue la mía

Hoy salí como de costumbre a hacer mis 8 kilómetros de los lunes a las 13:00 hrs.

El día era veraniego total y ligera brisa de poniente lo que te ponía en una humedad relativa de no más del 55%

La traducción de estas condiciones en una palabra sería CALOR.

Hacia un calor de cojones

Aguante bien mis primeros 5 kilómetros pero el sexto coincidía con la subida del lagarto.

A medida subida tuve un atisbo de abandono de fuerzas y medité la posibilidad de pararme.

Saque fuerza de flaqueza y aguanté.

Seguía subiendo aunque mi cuerpo me pedía parar.

Incluso tuve un amago de parar y en décimas seguí empujando.

Una vez coroné mi cuerpo dijo basta y pasé a caminar pero con aires muy muy cansados. Más de lo normal.

«Quizás en unos minutos vuelva a arrancar» pensé, pero pasaron uno tras otro y mi cuerpo no respondía.

Me sentía agotado

Un minuto, dos, tres, cinco…según los waypoints anduve un kilómetro y medio sin más que jadear.

No me dolía nada, no me faltaba el oxigeno ni me fallaban los músculos, sencillamente la máquina no iba.

Tras ese kilómetro y medio y a medio para llegar a casa sin ni siquiera pensar en hacerlo mi cuerpo arrancó como algo instintivo por lo que me supongo que fue una recuperación espontánea.

Llegue a casa como siempre, estiré y me duche pero esto no podía volver a pasar.

A partir de hoy y con estos calores no puedo seguir entrenando con esos horarios.

Me cambio a la tarifa de verano.

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