La moda del management y el PowerPoint llegaron de la mano de las escuelas de negocio y como no podía ser de otra forma de la incompetencia opusiana.

Dicen que el capitán es el último en abandonar el buque cuando se hunde y jamás conocí a ninguno capaz de hacerlo

…aunque esto  puede no ser del todo cierto.

Mi vida estaba repleta de hallazgos en forma de gente capaz de obrar milagros en empresas zombies.

Aquella naviera al borde de la quiebra que en un año dio la vuelta a sus resultados gracias al AS o aquel Jefe de Máquinas capaz casi de cambiar un pistón con el motor en marcha ponían el listón muy alto en la cota de logros profesionales.

En la terminal tuve uno de los hallazgos de mi vida.

No esperaba bajo ningún concepto lo que allí iba a descubrir.

Peloteo laboral en el siglo XXI

En la terminal, donde los trabajadores de tierra  se daban puñaladas traperas para aguantar en el cargo más que el envidiado compañero conocí al gran capitán.

Una historia de incompetencia

La terminal no fue nunca lo que ahora se había convertido.

La dirección ejecutiva del Opus se había encargado de hacer la dura tarea de en tan sólo 5 años convertirla en  un nicho de enchufados y pelotas.

Gente que no había subido a un barco ni tan siquiera de pasajero se dedicaba a dirigir los designios de las operaciones de carga asistidos por un software última generación.

Y toda aquella mezcla de gentes estaba dirigida por unos ejecutivos que en algunos casos ni siquiera habían estado relacionados con el mundo marítimo en toda la vida.

Estos últimos eran los del Opus

Entre tanta mierda incompetente alguien tenía que haber allí que supiera de que iba el negocio y allí estaba el viejo lobo de mar.

19 años navegando le daban un caché en las operaciones que no había un dios qué le tosiera.

El tío encima era buena gente.

Ya a estas alturas de curso la terminal estaba gestionada por la mano de Dios en la tierra a los que los daneses les dieron la oportunidad de probar.

Aquellos hijos de dios pensaban que algo que ellos no supiesen era algo que no era cierto o sencillamente eso no existía o era falso.

Organizaban talleres de trabajo sobre temas marítimos en los que se pajeaban entre ellos hablando del costado derecho y costado izquierdo de un barco hasta que alguien les corregía recordándoles que eso babor y estribor.

Ellos, la incompetencia divina, eran la auténtica sabiduría y conocimiento y pobre del que osara contradecirles.

Y allí en medio estaba el colega Capitán dando órdenes a diestro y siniestro, dirigiendo las operaciones portuarias y generando beneficio.

Mientras tanto la incompetencia divina se dedicaba a hacer PowerPoints y maquillar la estadística para ir después  a La Haya a venderle a los Daneses el acierto de haberlos puesto a los mandos de la nave.

Una vez comenzaron a dar frutos el conjunto de malas decisiones tomadas por los hermanos y discípulos de nuestro Señor en los cielos el negocio empezó a hundirse irremisiblemente.

La terminal, rentable desde que se inició su andadura hace ahora 30 años dejaba de ser rentable

OH! MY GOD!!

Había ojos que veían claramente el rumbo de la nave hacia las piedras como los de nuestro amigo el capitán que como no pudo ser de otra forma puso en sobre aviso a la dirección.

Ultraje!! Que incompetencia!!

Como se atrevía un mísero capitán a ni tan siquiera cuestionar las decisiones de una directiva que si sabía de algo era de como hundir empresas y venderlas en estado vegetativo engañando al comprador?

De hecho estos personajillos ejecutivos presumían alegremente de haberlo hecho en numerosas ocasiones!

Lo hacían en el comedor pensando que los demás eramos gilipollas y no entendíamos nada.

Aquel capitán había sido demasiado osado y pagó por ello siendo desplazado al ostracismo.

Vigilante de la máquina del café

Allí lo pusieron en un despacho sin contenido pero muy bien pagado con el único objetivo de que se cansase y se jubilase más pronto que tarde y que por lo pronto, al menos, no molestase.

Con coeficientes reductores por haber sido marino el Capi a sus 60 abriles ya estaba más que cumplido pero por llevar la contraria a los terroristas laborales de las escuelas de negocio del IESE no se quería ir voluntariamente.

Y hoy he recibido su email de despedida.

Como buen capitán considera compañero a todo el que alguna vez navegó con él y sin duda yo lo hice.

Hoy cansado de aguantar incompetencia opusiana ha decidido poner fin a su trayectoria profesional.

De forma elegante y educada se ha despedido a través de una carta donde pone de punto en blanco a esta panda de hijos del Opus Dei que no han hecho otra cosa desde que llegaron que oponerse al desarrollo de algo que no fuese más que el peloteo y el abrazafarolismo.

Con muchísimo arte y talento a través de su carta de despedida les dice a estos aprendices de Urdangarines y Diegos Torres que lo único que hicieron fue premiar la incompetencia y destruir el conocimiento basado en la experiencia de años:

Hijos del Opus y pelotas aspirantes varios… Iros todos a tomar por culo.

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