Jamás se me pudo pasar por la cabeza que existiera una sustancia de curso legal tan potente como el azúcar.

Además del alcohol y el tabaco y que fuese capaz de generar una reacción de dependencia como si de una droga se tratase.

El síndrome de abstinencia que sufre la gente tras dejar una droga debe ser una fuerza muy poderosa.

Tan poderosa que hace que mucha gente acabe de nuevo tomando la sustancia en cuestión.

El azúcar como sustancia adictiva no iba a ser menos.

Existen sucedáneos  para aquellos que fueron adictos a algo tan sumamente potente como la heroina.

Los que están en proceso de desintoxicación deben pasar todas las mañanas por el centro médico asignado a recibir su dosis dulzona de metadona.

Al menos mata el gusanillo del azúcar.

En el caso del azúcar hoy puedo decir que entiendo perfectamente que haya gente que sea consciente de lo dañina que es pero no pueda dejarla y en sustitución tome el sucedáneo, La sacarina.

Se trata de producto químico relativamente nuevo y que a la postre veremos si también es casi tan nocivo como el azúcar.

Apuesto a que si!

Ayer conté como mi esposa hizo un bizcocho y debo decir que es buena repostera.

Quien iba a ser el guapo de decírle a ella que después de tomarse la molestia de hacerlo no lo iba a probar? Hubo que hacer una excepción , por supuesto.

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Nunca imaginé la potencia del azúcar.

De esa excepción viene esta entrada.

Jamás pensé ni por lo más remoto que después de haber dejado totalmente el azúcar mi cerebro me iba a traicionar de una forma tan descarada.

La tarde que comí el bizcocho fue la tarde del domingo.
Esa tarde me ejercité con intensidad para quemarlo como conté aquí obligado por mala conciencia.

La sorpresa llegaría al día siguiente.

A las 15:30 del lunes tomé el café de la sobremesa en la cocina, y allí estaba en una bandeja lo que quedaba de bizcocho.

Lo mire varias veces y pensé que no lo necesitaba pero no me pude contener. Quité el plástico y cogí una porción.

Esa misma tarde realice el ritual de todos los lunes de tarde laboral, a las 21.00 comí mis piezas de fruta y ya no volvería a comer hasta el día siguiente pero que sorpresa!

Cuando llegué a casa tenía muchísima hambre!

Era como si el azúcar del bizcocho hubiera activado algún mecanismo que me hiciera no aguantar tanto tiempo sin comer !

Pensé que sería algo relacionado con el picotazo de insulina generado por el subidón de azúcar teniendo en cuenta el tiempo que hacia que no ingería azúcar.

Para definirlo con claridad fue algo como lo que le ocurre a un alcohólico.

Una vez se alcanza el grado de alcohólico ya se es alcohólico de por vida y con muy poco alcohol que se ingiera ya te sientes como el mismo día que lo dejaste!

Pues algo así me ocurrió a mi!

Tomar azúcar aquella tarde indujo unos cambios en mí cuerpo que me llamaban a comer más, tanto en el momento de comerme la porción como para interrumpir el ayuno, lo que viene siendo picar.

Fue como retroceder en un rato todo lo andado en meses.

Por suerte me di cuenta, tome conciencia y me opuse con fuerza y una vez se es consciente ya se que hoy después de la fruta que comí para cenar me toca aguantar el hambre al llegar a casa.

No pasa nada….mañana todo habrá vuelto a la normalidad…espero

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